Superintendencia de Bancos (2011), explica que en términos socioeconómicos la heterogeneidad en los canales de comercialización de cada región implica flujos monetarios que son distintos de un lugar a otro. Por lo tanto, existen agentes que otorgan financiamiento a los caficultores, les dan créditos inicialmente obtenidos con intereses bajos pero que llegan al productor con intereses duplicados. Cada vez es más común que los cafetaleros estén altamente endeudados con cantidades que su cosecha es incapaz de pagar por lo que se ven obligados a comprometer la siguiente cosecha y el bienestar de su cafetal y el de su familia.

 

Anacafé (s. f.), indica que en 30 años, el aumento del área empleada para la siembra del café fue de 9.4% (menos de la tercera parte del 1% anual) y que este reducido incremento hace evidente que hay pocos empresarios interesados en incursionar en la industria del café derivado de los riesgos propios del cultivo, los altibajos de los precios y principalmente por la falta de apoyo gubernamental que han desincentivado la producción cafetalera. El Gobierno no ha ofrecido a la caficultura, ni la seguridad, ni la infraestructura física que esta necesita.

Bolaños (2017), comenta que los caficultores en el cambio de plantas, fertilizantes y limpias invierten entre Q20 mil y Q25 mil por manzana y el segundo año unos Q12 mil, en ambos sin tener cosecha; y, en el tercer año, unos Q10 mil con lo que se obtendría una pequeña cosecha.

Superintendencia de Bancos (2011), explica que a agosto de 2011, el financiamiento otorgado al sector ascendió a Q282.3 millones, se destaca un crecimiento promedio de de un 7%. La cartera de créditos destinada a la producción del café representa el 0.3% del total de la cartera de créditos del sistema financiero guatemalteco y el 6.1% de la cartera destinada a la actividad de Agricultura, Ganadería, Silvicultura, Caza y Pesca.